En el verano de 2014, España fue testigo de un episodio singular que combinó política, polémica y el poder emergente de la financiación colectiva. Lejos de ser una campaña para ayudar a Esperanza Aguirre, entonces expresidenta de la Comunidad de Madrid y una figura prominente del Partido Popular, esta historia gira en torno a una iniciativa de crowdfunding impulsada por el partido Podemos para financiar una demanda judicial en su contra. El objetivo no era apoyar a Aguirre, sino enfrentarla legalmente por acusaciones que el partido consideró injuriosas.

 

Todo comenzó cuando Aguirre, junto al periodista Eduardo Inda, relacionó públicamente a Podemos y a su líder, Pablo Iglesias, con la organización terrorista ETA, una afirmación que desató una tormenta mediática. En respuesta, Podemos decidió no quedarse de brazos cruzados y optó por una estrategia innovadora para la época: recurrir al crowdfunding. A través de su página web, el partido lanzó una campaña el 9 de julio de 2014 con el propósito de recaudar 10.043 euros, el monto estimado para cubrir los gastos legales de una querella por injurias y calumnias contra Aguirre e Inda.

Lo que sucedió a continuación sorprendió incluso a los organizadores. En tan solo tres horas, la campaña no solo alcanzó su objetivo, sino que lo superó con creces, recaudando más de 12.800 euros gracias a las aportaciones de 938 donantes. Al final, la cifra ascendió a 16.864 euros en apenas cinco horas, un récord que reflejó el apoyo masivo de una ciudadanía indignada y el potencial del crowdfunding como herramienta de movilización política. Este no fue un acto de caridad hacia Aguirre, sino una demostración de fuerza popular para desafiarla.

 

La plataforma utilizada por Podemos no se detalla como una web externa específica (como GoFundMe o Verkami), sino que se gestionó directamente desde su propio sitio web, lo que subraya cómo los partidos políticos comenzaron a adoptar estrategias digitales para financiar sus causas. La campaña incluyó un desglose transparente de los gastos legales y ofreció pequeñas recompensas simbólicas a los donantes, como menciones en la web o merchandising del partido, aunque el verdadero incentivo parecía ser la solidaridad con la causa de Podemos y el rechazo a las declaraciones de Aguirre.

 

Este episodio marcó un hito en España: no solo mostró el auge del crowdfunding como alternativa a la financiación tradicional, sino que también evidenció cómo las redes sociales y la participación ciudadana podían amplificar una iniciativa hasta convertirla en un fenómeno viral. En palabras de Universo Crowdfunding, un medio especializado que cubrió el evento, “el pueblo ha hablado de una forma contundente y rápida”. Fue un precedente que inspiró otras campañas similares, como la de 15MparaRato contra Rodrigo Rato, y consolidó el crowdfunding como una herramienta democrática al alcance de todos.

 

Esperanza Aguirre, conocida por su estilo directo y su larga trayectoria política, se vio en el ojo del huracán, pero no como beneficiaria de la solidaridad colectiva, sino como el blanco de una reacción popular canalizada a través de internet. Aunque la querella no prosperó en los términos esperados por Podemos, el impacto simbólico de la campaña perduró, demostrando que el crowdfunding podía ser mucho más que una vía para financiar proyectos creativos: podía ser un medio para hacer escuchar la voz de la gente.